Desgastados, exhaustos y sin ilusión. Así se sienten los que sufren el síndrome de Burnout, un padecimiento prolongado de estrés que investigadores uruguayos y españoles estudian en profesionales de la salud
Un empleado lleva más de 10 horas en su trabajo
y tiene que terminar una tarea. Siente que si no lo hace podría ser
castigado. Su jefe, apurado, le pregunta cada 15 minutos si finalizó.
Con cada insistencia de su superior, siente ansiedad. En los últimos
seis meses su vida laboral ha sido así.
Esta situación es un claro ejemplo de lo que lleva al
síndrome de Burnout, "un nivel de agotamiento, cinismo y falta de
eficacia en el trabajo", indicó a El País Jesús Montero Marín, psicólogo
clínico e investigador de la Universidad de Zaragoza (España), desde
donde publicó numerosas investigaciones científicas sobre el síndrome y
el estrés laboral.
Este experto estudió el tema en España, Brasil, Grecia,
Inglaterra y Holanda, en donde, junto a universidades y organizaciones
locales, entrevistó profesionales y les preguntó sobre el estrés en su
trabajo y la forma de enfrentarse a él.
Desde hace un mes se encuentra en Uruguay con el
objetivo de aplicar su experiencia junto a colegas de la Universidad de
la República y la Universidad Católica del Uruguay. En las últimas
semanas ha entrevistado a residentes médicos, estudiantes de medicina
e integrantes del equipo de anestesiología del Hospital de Clínicas.
Montero Marín explicó que se centró en esta población
porque los trabajadores con más riesgo de padecer este síndrome son las
de atención sanitaria, atención al cliente y trabajadores de la
educación.
Perfiles.
A lo largo de sus investigaciones, publicadas en
revistas científicas especializadas como Plos One, Montero Marín ha
podido diferenciar tres perfiles de profesionales con síndrome de
Barnett.
Primero, se encuentra "el frenético", un tipo de
trabajador muy implicado y ambicioso con su tarea laboral, que vive con
la sensación de que está abandonando su salud y la vida personal por
atender las demandas del trabajo.
Segundo, están los "sujetos sin desafíos", aquellos a
quienes resulta indiferente el tipo de trabajo que lleven a cabo. Se
refieren a sus oficios como una práctica monótona y mecánica.
Estos sienten aburrimiento y "siempre tienen que
luchar con el pensamiento de que les gustaría abandonar su labor y
dedicarse a otra profesión que los desarrolle más a nivel personal y
profesional", narró el investigador.
El tercer perfil es el del trabajador "desgastado".
Es una persona que siente que no se le reconoce el esfuerzo que hace en
su trabajo. "Es el peor de los tres porque es el que más dificultades
presenta a la hora de intentar rescatarle su vida laboral", señaló
Montero Marín.
Estos son un tipo de empleado que, al final, opta
por ser negligente o abandonar su tarea ante la menor dificultad. A
medida que vaya incrementándose el estrés laboral, asimismo, el sujeto
aprenderá que haga lo que haga da lo mismo y optará por reducir su nivel
de dedicación y compromiso.
Estrés sano.
Montero Marín estableció una diferencia entre sentir
estrés y padecer el síndrome. El primero puede ser por una tarea o un
proyecto concreto, y muchas veces es necesario.
Hay una forma de estrés que "ayuda a movilizar
energía y recursos y enfoca la atención a la solución de un problema",
apuntó el experto. Mientras, estrés crónico provoca "deterioro del
organismo" y "actitudes negativas hacia el trabajo".
Empresas.
El Pit-Cnt propuso recientemente reducir la jornada
laboral de ocho a seis horas (30 horas semanales en lugar de 40).
Sobre esto, el experto aseguró que trabajar 40 horas "aumenta seis
veces más" el riesgo de Burnout que trabajar 30. "Las personas sanas y
comprometidas con su trabajo van a rendir más en menos tiempo que los
desgastados sometidos a jornadas largas", comentó.
En su opinión, se debe cambiar la concepción de qué
es "calidad de vida" en el trabajo. "Hay que entender que lo mejor
que tienen las empresas son sus empleados y hay que cuidarlos porque
eso beneficia" a las dos partes.
En España el 60% de las bajas laborales están
relacionadas con el estrés laboral crónico, ausencias que
equivalen, según Montero Marín, a pérdidas por 60.000 millones de euros
anuales.
El experto trabajará hasta fin de año en Uruguay y
planteará líneas de intervención para asistir a los profesionales. Los
resultados serán publicados a nivel internacional.
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